La artista francesa Orlan (1947) es una de las más afamadas y radicales creadoras integrantes de lo que a finales de los sesenta se denominó Body art –procesos de intervención en el propio cuerpo–, que ha tenido hitos relevantes en el accionismo vienés –Oppenheim, Abramovic o Acconci– y su apoyatura teórica en la revista Avalanche. Orlan siempre ha preferido autodefinirse como “artista carnal”, pues su cuerpo funciona como un ready-made duchamptiano. Porque el cuerpo, y concretamente su rostro, ha sido sometido a constantes intervenciones quirúrgicas dirigidas con anestesia local por ella misma. Self-Hibridations nace en 1998 con una inspiración directa de los ídolos de las culturas precolombinas mexicanas convirtiendo su semblante, a través de fotografías manipuladas, en estremecedoras máscaras rituales. Como en las operaciones, trata el tema de las identidades (“Yo es otro”, dice en alguno de sus vídeos), del carácter múltiple y cambiante de eso que hemos dado en llamar identidad, porque el aspecto quizás no sea más que un malentendido, probablemente nunca seamos lo que tenemos, y menos aún lo que parecemos. Además de esas reflexiones de raíz lacantiana aborda consideraciones antropológicas, dado que ya desde su primera performance en 1964 el elemento ritualista es inseparable de su creación. También se enfrenta a los desiguales conceptos de belleza con la valentía de modificar real y virtualmente su propio cuerpo. Orlan ha seguido trabajando en la línea de los Self Hibridations tomando como referencia el arte popular africano y más recientemente los totems de los indios norteamericanos. En cualquier caso, esta exposición, no deja de ser un auténtico lujo en el circuito comercial español y una excelente oportunidad para el coleccionismo.
Ana FERNÁNDEZ
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